Mirar desde la izquierda
Cuando en 1988 Heberto Castillo era candidato a la presidencia de la república, yo me estrenaba como votante, había leído para entonces muchos textos que habían despertado en mí el espíritu crítico hacia el capitalismo, época de Guerra Fría, de neo liberalismo a raja tabla, de Reagan y Thatcher, Fidel y Gorbachov, no fue difícil decidir mi voto por este personaje que venía de una lucha de izquierda auténtica en México.
No aspiraba ni entonces, ni ahora a que en este país se instaurara el comunismo, pero si creía que para que la injusticia social -que cada vez se acentuaba más- la pobreza y la marginación pararan, era necesario virar a la izquierda progresista y con sentido humanista (como Europa occidental lo empezaba a hacer), estaba convencida que el Estado debía trabajar más por los pobres que por las élites. Pero ese pensamiento utópico, ese deseo, era un voto para Heberto Castillo.
Pocas semanas antes de la elección, Heberto declinó a favor de Cuauhtémoc Cárdenas y voté finalmente por este último como lo hice seis años después y como lo he hecho a lo largo de mi vida, votando por la izquierda como el deseo para un futuro mejor (aunque siempre perdían mis candidatos), hasta que AMLO finamente ganó y ahora Claudia.
Desde mi condición de clase trabajadora, puedo decir que mis deseos se han cumplido, de ello dan testimonio mucha gente que conozco cuya vida en los últimos seis años ha sido mejor, muchos han recuperado su dignidad económica y han mejorado su autoestima. Y descubro con satisfacción que más allá de mi condición ideológica, las cosas, acá abajo, a ras de suelo, en el mundo real, van mejor.
Pero mi sueño se ha desbordado, primero porque nunca imaginé que el nombre de Heberto Castillo se escribiría en el recinto legislativo como reconocimiento a su lucha social y segundo, porque hemos elegido una mujer para presidenta emanada de la auténtica lucha de izquierda, inteligente, preparada y con un gran sentido social.
En estos días hemos visto una paradoja, mientras los capitalistas le aplauden a la derecha argentina por hacer reformas donde reduce el papel de estado y lo pone al servicio de los grandes inversionistas abandonando al pueblo; en México se ponen nerviosos porque la izquierda quiere reformar un corrupto poder judicial. Una izquierda respaldada por más de 35 millones votos democráticamente ejercidos.
Así, mientras que la ignorante clase aspiracionista, lumpenproletaria y analfabeta política dice que nos volveremos comunistas y les quitarán lo que no tienen, la mancuerna de AMLO y Claudia están haciendo la tarea que aún falta para que este país sea más justo y equitativo, con reformas de primer mundo como la elección de jueces como se hace en los Estados Unidos y pensiones a adultos mayores como en Europa.
E-mail: claragsaenz@gmail.com
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